Juventud, divino tesoro

Juan Manuel García y Gema Marcos

Actualmente atravesamos días donde la incertidumbre se apodera de nuestros sueños, ilusiones y esperanzas. Ese futuro con plenas garantías sociales y económicas se desvanece para muchos aquellos que confiaban en este desarrollo y en el país de las posibilidades. La clara evidencia de lo que se avecina es la cruda realidad de un modelo económico que agota sus fuentes de energía y no tiene reservas para reemplazarlas. Nos veíamos integrados dentro de ese modelo y no hemos sido capaces de mirar hacia otro lado. Con el egoísmo absoluto como protagonista, sin pensar en las generaciones venideras.

Actualmente muchos trabajadores pierden su empleo, los jóvenes no tienen garantías laborales, y ¿todo esto como se produce?: estamos en crisis.

La percepción colectiva en estos casos, más que lamentarse, debería reflexionar y pensar en un modelo social donde intervengan factores que dinamicen la inserción laboral, permitan un desarrollo mas equitativo y no un crecimiento tan rápido y atroz, sino otro más continuado y justo. Tenemos ejemplos claros como la juventud sin esperanza en Grecia, que se ve abocada a un futuro de paro y precariedad laboral, y por otra parte a la insensibilidad política frente a esta situación.

Las perspectivas de futuro se basan en que la juventud se dé cuenta de que el capitalismo no es el camino, que tantas conquistas sociales que en otros tiempos lograron con la participación de la clase trabajadora no se eliminen a golpe de directiva europea. Este neoliberalismo implantado que adormece el espíritu crítico de la juventud nos conduce al desierto de las ilusiones y esperanzas que pusieron nuestros antepasados, que firmaron con su sangre en tiempos de guerra y que ahora sólo se traducen en tiempos de silencio.