30 noviembre 2009

Editorial - noviembre 2009

Mª Ángeles Pérez Cruz

Los regímenes totalitarios disponen de un partido político, uno solo, y en eso, entre otras cosas, consiste su totalitarismo. En esos regímenes se confunde al partido con las instituciones del gobierno y de la administración, sin que se puedan hacer distinciones claras en las personas, en las funciones o en los méritos y deméritos. Sin embargo, en los regímenes democráticos modernos hay una distinción nítida, o debería haberla, entre la administración y sus instituciones y los partidos políticos que las gobiernan. Esa es una de las principales garantías democráticas de este tipo de regímenes. Por eso, no debemos confundir lo que hace el partido, con lo que hace la institución, aunque esté gobernada por ese partido. Porque el partido político representa a sus militantes y simpatizantes, mientras que la institución y la administración representan a todo el pueblo y debe trabajar a su servicio por encima de partidismos. El Ayuntamiento de Benalúa está gobernado IULV-CA y los proyectos que se desarrollan en el municipio salen adelante gracias a la colaboración entre la administración local y otras administraciones e instituciones, gobernadas por otros partidos políticos. Pretender que gracias a una sola institución y, por ende, gracias a un solo partido político, en Benalúa salen adelante los proyectos, es lo mismo que pretender volver a aquel régimen político en el que el partido único se confundía con todo el gobierno, las instituciones y las administraciones. Y no nos estamos refiriendo al Ayuntamiento de Benalúa y a IULV-CA, sino más bien a la Junta de Andalucía y al PSOE. No olvidemos que el pluripartidismo no solo es cosa del día de las votaciones cada cuatro años. La pluralidad democrática es cosa de todos los días y es cosa de todos.

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